miércoles, 4 de mayo de 2011

La religión del Nescafé

Últimamente me ha dado por pensar bastante en la religión y en como aparta de la vida real para transportar a una vida imaginaria a los que la viven fervientemente.

 
Fue el otro día desayunando, y tomando café como de costumbre, cuando empecé a darle vueltas a como se parecía esta bebida a la religión. Sí, sé que es una tontería, pero era demasiado pronto y aún no me había tomado ese brebaje que me despierta.

Pensé que hay tantas religiones como marcas de café, (incluso las de marca blanca, pero eso se lo dejamos a la élite mundial y a sus rito paganos y excéntricos).

Todas esas marcas te ofertan su producto en un marco idílico para que las compres, o en este caso para que formes parte de un dogma. Todas te persuaden con promesas, y sino, véase el ejemplo del sueldo para toda la vida de Nescafé, lo que se equipararía a la vida eterna, pensando de una forma extrema, sí, pero al fin y al cabo, promesas a largo plazo, promesas que se esfuman antes de disolver tu café en la leche. Y es que a eso me recuerda toda la palabrería monoteísta por escrito, a compromisos rotos.

Lo que llaman Dios lo contrastaría con la cafeína: no lo ves, te aseguran que esta ahí e incluso seguro que alguno puesto de este estimulante hasta arriba te dirá que lo ha visto (y eso también podría decirse de varios personajes históricos o famosos, pero eso es otro tema). Culpamos a Dios de las catástrofes, el clima, las injusticias…en definitiva, de todo lo que no podemos controlar o no sabemos explicar. Es más, inclusive aquellos no creyentes es a lo primero que acuden para atribuir culpas, o lo más hipócrita de todo, a lo primero que se aferran cuando las cosas se ponen feas.

Religiosos: veneran lo que no ven y lo llaman fe. Dos letras que entrañan lo más complicado que se me ha planteado nunca. Dos letras que contienen voluntad, fuerza moral, mental y emocional, y que supera cualquier evidencia, basándose en la confianza ciega. Demasiado delicado para mí.

Todos ponen su fe en la cafeína, y cómo no, por supuesto que la culpan de los errores que puedan cometer, pues al fin y al cabo es más fácil que afrontar fallos.

Y con todo y con esto, es adorable ver como hay gente capaz de no ver más allá, que prefiere agarrarse a símbolos, antes de a su vida, su vida con todo lo que ella conlleva. Pero esto es; o te gusta el café o no te gusta. Para gustos: las marcas de café.

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