A un mimo que no para de hablar sobre dramas que dan risa.
A un figurante que quiere ser principal en un rodaje de segunda. Al director de todos ellos, que nunca supo dirigir pues quería ser profesor y se equivoco de vocación. A una cámara que quería ser telón y a una parodia llorona incapaz de arrancar una sonrisa falsa.
Les presento al teatro que nunca fue teatro, porque es una iglesia.
A un público manco que se deja las palmas aplaudiendo. A ese que volvió de triunfar de Hollywood con un trabajo estable como camarero. A un gancho perdido entre el patio de butacas que nunca supo cuando salir y allí sigue. Al actor fracasado que se suicido desde el balcón de nivel cuatro, asiento B2. A todos los que se quedaron por el camino de las tablas. A aquel que sólo oía que no valía y ahora todos se hacen fotos con la estrella que lleva su nombre. A los teléfonos agotados de ser observados por aquellos que escucharon “ya te llamaremos”.
A los cuatro actores retirados antes de empezar sus carreras. A estos cuatro gatos del teatro efímero que lo intentaron y fueron número uno en el parque del retiro. Curiosos y ansiosos, carismáticos y enigmáticos que desaparecieron en un mutis silencioso aprovechando el oscuro de un escenario donde se representaban sus vidas.
Encantada de conoceros.
"El teatro como la vida, la vida como el teatro...ya no hay diferencia, solo hay pasión"
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